Locomotoras y Durmientes
Posteado el 05. Ago, 2022 por Administrador en Otros temas
Una vez, hace ya muchos años, me llamaron de un corporativo porque tenían un serio problema de conflicto interno en un equipo de elite y estaban muy preocupados. Habían escuchado alguna historia respecto de mi intervención en casos similares y creyeron que podría darles una mano con la situación, que se agravaba en forma creciente.
Cuando acudí me recibió con muy buena disposición el Director del área quien note que se sentía aliviado de poder hablar con alguien a quien confiarle su problema estimando que de algún modo podríamos resolverlo.
El grupo estratégico estaba integrado por varios líderes de equipos -gente joven, talentosa y muy respetada dentro del corporativo- y cuatro Gerentes de mediana edad que, además de su trabajo en la compañía, tenían cargos docentes importantes en universidades de prestigio.
Para esta primera entrevista, el Director había preparado un tiempo de charla reservada entre él y yo con el objetivo de conocernos y poder trasmitirme su apreciación de lo que estaba pasando. A continuación había preparado otra reunión, esta vez con el equipo para que empezara a conocerlo y que lo observara trabajando.
Cuando estuvimos todos juntos, la primera impresión que tuve fue intimidante. Parecía que estaba frente a una selección estrella de ligas mayores, y hasta tuve la impresión de sentirme examinado. Como si se estuvieran preguntando ¿quién es este tipo y qué viene a hacer acá? De hecho lo sabían, pero no daba la sensación de que asumieran que tenían un problema. Todo lo contrario.
La reunión de trabajo comenzó y uno de los líderes de equipo presentó una propuesta que se había comprometido a traer para ser revisada por toda la mesa. A poco de empezar a desplegar los contenidos comenzaron las intervenciones del resto del grupo dando opiniones y propuestas de cambio que no parecían orientadas a generar un clima de cooperación sino uno de lucimiento personal.
Sin necesidad de conocer a fondo el tema técnico, yo notaba que el análisis de la propuesta se había abandonado y que las argumentaciones tenían un carácter cada vez más personal. El diálogo había sido reemplazado por la discusión, y el análisis había sido desplazado por la argumentación / contra-argumentación. En otras palabras, un generalizado comportamiento de ataque y defensa se había apoderado de la situación y había esterilizado la reunión.
A esa altura me vi tentado de pensar que lo que sucedía era un tema de egos y que de ser así, sería de muy difícil la resolución. Pero fue entonces que recordé un concepto que había leído en el libro “Conflictos-una mejor manera de resolverlos” del famoso consultor maltés Edward De Bono quien allí opinaba que: mientras para construir una locomotora se requiere de un avezado equipo de ingenieros, bastaría con un tonto y un durmiente para descarrilarla.
Inspirado en esa figura, entendí que lo que pasaba se debía más a un problema de diseño de la comunicación que al egocentrismo de quienes componían el equipo.
Fue así que junto con el Director preparamos una intervención que consistió inicialmente en compartir la metáfora de De Bono y preguntar quién de todos quería “ser el que llevara el durmiente”. Obviamente nadie se anotó. Entonces ya librados de su efecto inadvertidamente nocivo propusimos algunas reglas de comunicación que llevaríamos adelante en forma experimental. Fueron las siguientes:
- El que expone debe hacerlo de manera sintética pero los demás debían permitirle completar el cuadro de su propuesta
- Cualquier intervención antes del final debía restringirse a preguntas aclaratorias
- Las observaciones posteriores a la presentación no podrían limitarse a la crítica sino que deberían ir acompañadas de una propuesta superadora
- Las intervenciones de análisis, propuesta y discusión nunca debían desplazarse a lo personal y sería el Director el que sacaría “tarjeta amarilla” cuando notara que eso estuviera sucediendo.
Con la buena voluntad de todos los miembros del equipo y el buen humor de la conducción, las reuniones se transformaron y las relaciones interpersonales mejoraron notablemente. Y todo por proponernos construir locomotoras y renunciar al uso de durmientes.
Jorge O. Hambra
Director del Club Argentino de Negocios de Familia