Con un mono subido en la espalda
Posteado el 14. Mar, 2022 por Administrador en Otros temas
La actitud global de todos nosotros depende enteramente de nuestros Modelos Mentales, es decir de una serie de creencias básicas que funcionan como axiomas desde los cuales construimos una forma de interpretar el mundo. Estas creencias tienen la característica de promover su confirmación orientando nuestra búsqueda de datos en ese sentido.
Es así que desarrollamos sesgos perceptivos que consideramos como obvios -aunque no lo sean en lo absoluto- que tienen el poder de limitar nuestra capacidad de juicio y de guiar nuestros pensamientos y nuestras acciones.
Es famosa la anécdota que cuenta la historia de un señor que va al veterinario preocupado por la inapetencia de su Doberman. El veterinario le sugiere darle una cucharada de aceite de ricino cada día y es allí donde comienza su calvario para inmovilizar al animal, abrirle la boca y lograr que traque el aceite día por día hasta que, uno de esos días y en medio del forcejeo el frasco cae al piso. Entonces el hombre en cuestión va a buscar un trapo para limpiar el enchastre y al volver, para su sorpresa, encuentra al perro bebiendo el aceite caído en el piso.
¿Dónde estaba el perro que no quería tomar el aceite? Primero en la mente de su dueño como resulta obvio… contado con el diario del lunes, claro.
Sucede que estas creencias tienen el comportamiento de un mono subido a nuestra espalda: se aferran con todas sus fuerzas y condicionan nuestra vida de tal modo que, aun cuando no nos favorezcan, nos acostumbramos a vivir con ellas y las naturalizamos. De allí el sentido de la frase: “nosotros tenemos pensamientos, pero nuestras creencias nos tienen a nosotros”.
En mi experiencia profesional he observado que esta condición humana se hace especialmente gravosa en lo que atañe a la conducción de personas. Algunos jefes, sin darse acabada cuenta, consideran que la gente es cómoda, vaga y resistente a hacer cualquier esfuerzo adicional por alcanzar un resultado. En consecuencia todas sus tácticas de conducción pasan por ejercer control y presión. Es lo que en la jerga conocemos como Micromanagement. Se esfuerzan por estar al tanto de todo y tratan de controlarlo todo no dejando decisiones a cargo de sus colaboradores ya que nunca lo harían como lo hacen ellos. Suelen ser duros con las personas pero no necesariamente promueven la solución de problemas, por el contrario, suelen convertirse en un Cuello de botella de las operaciones tanto como el principal obstáculo para el desarrollo de sus colaboradores.
Este tipo de jefes normalmente cuentan con una larga lista de hechos que avalan su comportamiento. Creen tener razón aun cuando fracasen repetidamente y cargan con sus creencias como monos aferrados a sus espaldas.
Pero hay una buena noticia, las creencias son manejables toda vez que las ponemos bajo sospecha y logramos identificarlas. Y es en este sentido que detenernos cada tanto y desconfiar un poco de nosotros mismos suele ser una práctica saludable.
Jorge Omar Hambra
Director del Club Argentino de Negocios de Familia